Estas cantinas son un testimonio viviente de la rica historia de Puebla, donde se han compartido innumerables historias, risas y anécdotas a lo largo de los años. Si estás buscando una experiencia auténtica en el corazón de la ciudad, aquí te presentamos cuatro cantinas clásicas que siguen manteniendo viva la tradición y están listas para ofrecerte una tarde llena de sabor y cultura.
La Pasita: Fundada en 1916 por Emilio Contreras Aycardo, un exmilitar, La Pasita es una de las cantinas más emblemáticas de Puebla. Su nombre se debe a su bebida insignia, el licor de uva pasa, que se sirve con un pequeño trozo de queso y una pasta. Este lugar, que originalmente se llamó El Gallo de Oro, se hizo famoso gracias a esta bebida casera que ha perdurado en el tiempo. Además de La Pasita, la cantina ofrece una variedad de licores como zarzamora, membrillo y tejocote. Una curiosa tradición es que los clientes solían medir su resistencia con las "pasitas" consumidas, calculando cuántas calles podían caminar sin perder la compostura. La Pasita original se encuentra en la calle 5 Oriente 602, frente a la Plazuela de los Sapos, con una segunda ubicación en la calle 3 Sur 504-B, Centro.
La Mina de Plata: Con más de 90 años de historia, La Mina de Plata es una de las cantinas más queridas de Puebla. Fundada por Constantino Niconoff, un inmigrante ruso que llegó a México en 1917, esta cantina tiene un pasado tan interesante como sus sabores. Antes de establecer La Mina de Plata en la calle 3 Norte #803, Niconoff comenzó con un puesto de aguas frescas afuera de la Tortería Conchita, en lo que hoy son los portales del Zócalo de Puebla. Con el tiempo, el negocio pasó a manos de Santos Díaz Camacho, un inmigrante español. Entre sus bebidas más emblemáticas están "Él vuelve a la vida", ideal para quienes buscan aliviar la resaca, y "Lomo de Rana", una refrescante mezcla de jugo de hierbas, limón y refresco de toronja.
La Ópera: Fundada en 1940, La Ópera es una de las pocas cantinas tradicionales que aún permanecen en el corazón de Puebla. Con más de 80 años de historia, este lugar icónico combina un ambiente clásico con el toque poblano que le dio su fundador, Don Pedro Montesinos. Inspirado en los bares europeos, especialmente en los de España y Francia, Don Pedro trabajó en el Hotel Lastra en los años 40 y aprendió el arte de la coctelería en la escuela de Pedro Chicote, considerado en su tiempo el mejor barman de España. De ahí, Don Pedro trajo la receta del Menyul, una bebida refrescante hecha con yerbabuena, jerez, ron y mucho hielo, que se ha convertido en el cóctel estrella de La Ópera. Este establecimiento fue pionero en romper las barreras sociales de su época, permitiendo la entrada tanto de hombres como de mujeres. La Ópera se encuentra en la calle 16 de Septiembre, entre la 13 y 15 Poniente, y está abierta todos los días de 12:00 a 21:00 horas.
La Terminal: Desde 1963, La Terminal ha sido un punto de encuentro para los amantes de la buena bebida en Puebla. Ubicada en la calle 4 Sur, entre la 7 y 9 Oriente, esta cantina conserva la esencia tradicional de las cantinas de antaño. Con puertas de madera, una barra sencilla y paredes decoradas con fotografías y recuerdos de sus mejores clientes, La Terminal te transporta a una época en la que las cantinas eran el lugar ideal para compartir una copa y una buena conversación. El nombre de La Terminal proviene de los autobuses que solían hacer su última parada frente a la cantina, en la 11 Oriente, lo que le dio un nombre que ha perdurado en la memoria de sus fieles clientes. La Sangría es la bebida estrella de la casa, una mezcla dulce y refrescante que, aunque parece ligera, puede sorprender. La Terminal sigue siendo un lugar muy popular entre jóvenes, turistas y clientes habituales que valoran su ambiente acogedor y su historia en el Centro Histórico de Puebla.